jueves, 2 de febrero de 2017

En estos tiempos que se están viviendo, ¿en qué o en quién puedes confiar?

 

26 de Enero

¡Cómo no confiar en Dios!


Por Riqui Ricón*

Júzgame, oh Jehová, porque yo en mi integridad he andado; He confiado asimismo en Jehová sin titubear (Sal 26.1).

Confiar en el Señor sin titubear significa creerle a Él, creyendo Su Palabra; significa creer la Biblia, sin dudar.

Júzgame, Señor, y ve que seguí la senda de los perfectos. En el Señor me apoyaba y por eso no me desviaba (Sal 26.1 BLA).

Confiar en el Señor sin titubear significa apoyarse en Él, apoyarse en Su Palabra sin desviarse.

Pero sabed también esto: los cielos y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán, sino que permanecerán para siempre (Luc 21.33 CST).

Tú puedes depositar toda tu confianza en la Biblia porque es precisamente por Su Palabra que Dios se da a conocer; Él no ha faltado a Su Palabra y jamás lo hará. ¡Dios no puede mentir!

Dios no es un hombre, por lo tanto no miente. Él no es humano, por lo tanto no cambia de parecer. ¿Acaso alguna vez habló sin actuar? ¿Alguna vez prometió sin cumplir? (Num 23.19 NTV).

Pon atención a cómo Su Amor por ti es expresado en las Escrituras claramente, pues Él prefirió entregar a su propio Hijo, como sustituto para pagar el precio de TODOS tus pecados, antes que perderte a ti por toda la eternidad.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Es por ese Amor que ahora Dios mismo te llama Su Hijo(a).

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo más maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jn 3.1).

¡Y lo  más asombroso es que para Dios, en Verdad tú eres Su Hijo(a) Amado(a)!

Te aseguro que puedes confiar sin titubear en la Palabra de Dios, al fin y al cabo Él es el mejor Padre que puedas haber tenido.

¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (Mat 7.9-11).

Dado que no puedes confiar en alguien a quien realmente no conoces, la base de la confianza es el conocimiento mutuo. En este día, gracias a Jesucristo, tienes un Dios y Padre a quien puedes conocer cada día más y mejor. Al tener comunión con Dios, por medio de la lectura y meditación de Su Palabra y de la oración, adquirirás un mayor conocimiento de Tu Padre celestial y de quién ahora tú eres delante de Él.

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios (Ro 8.14-16).

Si lo notas, puedes darte cuenta que tu confianza y certeza no radican solamente en el conocimiento de Dios, sino en tu propia identidad como Su Hijo(a) Nacido(a) de Nuevo, porque ahora, en Cristo Jesús, hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros.

Fue con Su muerte en esa cruz que Él pagó todos tus pecados y es por Su resurrección que el venció a la muerte para hacerte partícipe del tipo de Vida que sólo los Hijos de Dios pueden poseer: la Vida Eterna.

siendo renacidos [nacidos de nuevo], no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 Ped 1.21).

Puedes confiar en Dios porque Su Plan es perfecto para ti. Al darte el Nuevo Nacimiento mediante el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús te hizo una persona totalmente nueva. Gracias a la Sangre de Jesús, ¡eres una nueva especie de ser que no existía antes! ¡Eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! Ya no eres más esa vieja persona pobre, triste, enferma y pecadora. ¡Ahora, has Nacido de Nuevo y eres un(a) Hijo(a) del Rey!

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Cor 5.17).

Cada vez que enfrentes un nuevo reto o desafío, cada vez que encares un problema o necesidad, recuerda siempre que Dios es tu Papá y que Él no miente, ni se arrepiente, que todo lo que dice en Su Palabra acerca de ti es la Verdad, pues Él es Dios y si Dios lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir; si Él lo habló, entonces, Él lo va a ejecutar.

Así que, ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Ro 8.31)

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, en este día quiero decirte cuánto te amo y cuán agradecido(a) estoy contigo pues Tú, que eres rico en misericordia, por Tu gran amor con que me has amado, aun estando yo muerto(a) en pecados, me diste vida juntamente con Cristo (por gracia soy salvo(a)), y juntamente con Él me resucitaste, y asimismo me hiciste sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de Tu gracia en Tu bondad para conmigo en Cristo Jesús. Porque por Tu gracia soy salvo(a) por medio de la fe; y esto no viene de mí, pues es un don, un regalo Tuyo; no por obras, para que de nada me gloríe. Porque yo soy hechura Tuya, creado(a) en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Tú, oh Dios, preparaste de antemano para que anduviese en ellas. ¡Gracias! ¡Muchas gracias, Señor Jesús! Mi Rey, Señor y Salvador eres Tú. Tu Amor por mí es más dulce que la miel, pues Tú, siendo en forma de Dios, no estimaste el ser igual a Dios como cosa a que aferrarte, sino que Te despojaste a Ti mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, Te humillaste a Ti mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. ¡Todo por Amor a mí! ¡Cómo no voy a confiar en Ti! En Ti estoy totalmente seguro(a) y puedo confiar en la certeza, la roca, la fortaleza de Tu Amor hacia mí. ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! ¡Nada ni nadie me puede separar del Amor de Dios! ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) pues TODO lo puedo en Cristo que me fortalece! Aunque ande en valle de sombra y de muerte no voy a temer mal alguno porque Tú estás conmigo. Creo y declaro que de todo problema, angustia y enfermedad saldré más que vencedor por medio de Tu Amor.  Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Enero 26                          Luc 19.28-48  /  Gen 34  /  Sal 26

 



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