martes, 16 de diciembre de 2014

¡Cómo adquirir el poder de la resurrección!

 

16 de Diciembre

¡A fin de conocerle!

Por Riqui Ricón*

Mi anhelo es sentirme unido a El, no ya por ser bueno ni por obedecer las leyes de Dios, sino por confiar en la salvación que El ofrece; únicamente así, por fe [por creerle a Dios, creyendo Su Palabra], Dios nos acepta. He renunciado a todo lo demás porque estoy convencido de que es la única manera de conocer de veras a Cristo, de sentir el gran poder que lo resucitó y de palpar el significado de sufrir y morir con El. Así, cueste lo que cueste, seré uno de los que alcancen la radiante novedad de vida de la resurrección (Fil 3.9-11 BAD).

La vida de un creyente, la vida de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, sólo se puede concebir de una forma: por Cristo Jesús y en Cristo Jesús (y ser hallado en él).

Es un estilo de vida que no se basa en la justificación de las obras que puedas realizar en la carne (no teniendo mi propia justicia, que es por la ley) sino en el vivir y actuar por fe, creyendo lo que la Biblia, la Palabra de Dios, que no miente, dice acerca de ti; creyendo quien tú ahora eres en Cristo Jesús (sino la que es por la fe de Cristo).

Tener fe en la Palabra de Dios, esto es, creer que si Dios lo dijo, entonces Él lo va a cumplir, creer que si Dios lo habló, entonces Él lo va a ejecutar, significa tener fe en Cristo, pues Él mismo, Jesús, es la Palabra, el Verbo de Dios.

En el principio era el Verbo [Jesús, la Palabra], y el Verbo [Jesús, la Palabra] era con Dios, y el Verbo [Jesús, la Palabra] era Dios. Este [Jesús, la Palabra] era en el principio con Dios… Y aquel Verbo [Jesús, la Palabra] fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad  (Jn 1.1, 14).

Amado(a), tú que has recibido a Jesús como Señor y Salvador de tu vida, has sido hecho(a) justicia de Dios por haber creído a la Palabra, al Verbo de Dios (la justicia que es de Dios por la fe). Y es esta fe (fe con propósito), este creerle a Dios, creyendo Su Palabra, es lo único que te permite conocerle (a fin de conocerle).

Así que, por el Amor que Dios siente por ti, Él entregó a Su propio Hijo, Jesucristo, para que pagara todos tus pecados y, de esta forma, estando tú justificado(a), pudieras conocerle;  y no solamente como Rey de reyes y Señor de señores, sino de una manera mucho más íntima: como tu Papá.

Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo (Gal 4.6-7).

El olor del conocimiento de Dios está en ti no como una adquisición intelectual sino como resultado de una relación personal entre Padre e Hijo(a). Ahora puedes (y debes) dejar de pensar y de sentir, acerca de ti mismo(a), como un(a) esclavo(a) o criatura, y comenzar a CREER que eres ese(a) Hijo(a) Amado(a) que Dios dice que eres.

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados (Ro 8.14-17).

En el momento mismo en que tú entraste en un Nuevo Pacto con Dios por medio de la muerte y la resurrección de Su Hijo Jesucristo, tú Naciste de Nuevo y el espíritu muerto que tú eras por causa del pecado fue regenerado por el Poder de Dios, pero ahora como un espíritu de adopción, como un(a) auténtico(a), legal y legítimo(a) Hijo(a) del Rey de reyes y Señor de señores.

Sin lugar a dudas, ¡tú eres un(a) heredero(a) de Dios y coheredero(a) juntamente con Cristo Jesús!

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jn 3.1).

Sin importar la situación en la que te encuentres el día de hoy y precisamente por esos problemas, enfermedades y angustia que estás enfrentando, es tiempo que conozcas más a tu Padre. No mediante obras de justicia, sino mediante la justicia que es por la fe en Cristo Jesús [por creerle a Dios, creyendo Su Palabra].

Y daré por respuesta a mi avergonzador, Que en tu palabra he confiado (Sal 119.42).

Pon tu fe en Jesús. Pon todas tus esperanzas, vida y corazón en la Palabra de Dios, pues no solamente no serás avergonzado(a) jamás de haber creído a Su Palabra, sino que, además habitará Cristo por la fe en tu corazón, a fin de que, arraigado(a) y cimentado(a) en amor, seas plenamente capaz de conocer y comprender cuál es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura del Amor que Cristo Jesús siente por ti, el cual excede a todo conocimiento. Sabiendo, creyendo y viviendo en esto: ¡Tú serás lleno(a) de toda la plenitud de Dios (Efe 3.17-19)!

Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia (Jn 1.16)

Ser lleno de toda la plenitud de Dios, significa estar lleno de Su gracia, significa estar lleno de la vida misma de Jesús.

No hay nada más importante que conocerle a Él. No hay nada más importante que relacionarte con Dios como un(a) Hijo(a) con su Padre.

Realizar tu devocional leyendo la Biblia todos los días, meditando y orando en Su Palabra, es la forma correcta para llegar a ser plenamente capaz de conocer y comprender el Amor de Cristo que excede a todo conocimiento.

Recuerda siempre que no se trata de algo que tú tengas que hacer, sino de lo  que Él ya hizo por ti y que, por lo tanto, sólo tienes que creer y recibir.

¡Al que le cree a Dios todo le es posible!

Oremos en voz audible:

Amado Señor Jesús, gracias porque Tú eres el Camino, y la Verdad y la Vida, nadie puede conocer al Padre sino a través de Ti, a través de Tu muerte y de Tu resurrección. Gracias por Tu Sangre, derramada hasta la última gota como el precio con el cual pagaste todos mis pecados, haciéndome justo(a). Gracias por Tu resurrección, con la cual venciste a la muerte para crearme totalmente Nuevo(a), regalándome Tu propia Vida, la Vida Plena y Abundante, ¡la Vida Eterna! Por Ti, por Tu gran Amor con que me has amado, ahora soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Señor Jesús, ahora el Todopoderoso Dios, Tu Padre, también es mi propio Padre. Puedo con toda certeza afirmar que yo, ______________ (tu nombre aquí), soy de Dios y, por eso, ya he vencido a la muerte, al pecado, a la enfermedad, a cualquier tipo de problema, al espíritu de temor e incredulidad, a la pobreza, a la soledad, a la tristeza y depresión, pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que estás en mí y conmigo que el que está en el mundo. ¡Soy un(a) Hijo(a) legítimo(a) del Rey de reyes y Señor de señores! ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a), pues TODO lo puedo en Cristo Jesús! ¡Abba, Padre, te amo con todas mis fuerzas, pensamientos y corazón! En Tu nombre, Jesús, creo, declaro y establezco que, ¡soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey! Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Diciembre 16                                Fil 3   /  Ez 23  /  Isa 51



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