viernes, 22 de agosto de 2014

¡Cómo saber si eres un(a) Hijo(a) de Dios!

 

22 de Agosto

¡Igual al Padre!

Por Riqui Ricón*

Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo. Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo. Por esto los judíos aun más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios (Jn 5.16-18).

Es muy interesante notar aquí, como la Escritura te enseña cuáles fueron las dos razones por las cuales los judíos mataron a Jesús: uno, por hacer milagros en el día de reposo y dos, por decir que Dios era Su propio Padre.

Esto último, fue demasiado para las mentes supersticiosas de ese tiempo y no lo pudieron soportar, pues, en el correcto sentido de las palabras (lo mismo ayer que hoy), decir que uno es Hijo de Dios significa necesariamente tener la misma naturaleza que tu Padre, Dios (y esto es ser igual a Dios).

Para aquellos judíos de la época de Jesús, esta mera idea era impensable. Pero, ¿Qué hay de ti después de la muerte y resurrección de Cristo Jesús?

¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,  que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce,  precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).

La única forma para comprender y asimilar esto es cuando conoces y crees el Amor de Dios.

Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo (1 Jn 4.16-17).

Es por el Amor que Él siente por ti, que tú has sido llamado(a) y constituido(a) por el mismísimo Dios, como un(a) Hijo(a) Suyo(a). ¡Un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Dios te ama tanto que prefirió entregar a su propio Hijo para pagar TODOS tus pecados antes que perderte a ti. Jesús no vino a condenarte sino a que, por medio de Su Sangre, muerte y resurrección, tú recibas la Vida Eterna que solamente de un(a) Hijo(a) del Rey puede tener.

Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines de la tierra (Sal 2.7-8).

De acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, tú eres legal y literalmente un(a) Hijo(a) de Dios. Esta es tu verdadera identidad y esta es la razón por la que Jesús dio su vida en esa cruz, por amor a ti.

Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos (He 2.10).

Por esto, Jesús ya NO ES más el único Hijo de Dios sino que ahora es el primero entre muchos hermanos, de los cuales tú eres uno(a) de ellos.

Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos (Ro 8.29).

La actitud de los judíos de antaño hacia las enseñanzas y la persona de Jesús es un mero reflejo del pánico que Satanás tiene de que en Verdad tú comiences a creer que eres la persona que Dios dice en Su Palabra que eres: ¡Un(a) legítimo(a) y genuino(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!

Es por esta Verdad que, sin importar la situación en que te encuentres el día de hoy, si tú has hecho a Jesucristo el Señor y Salvador de tu vida, ten la certeza, la plena seguridad y confianza de que puedes orar a tu Padre y pedirle que te ayude, teniendo la total certeza que Él no faltará a Su Palabra y contestará favorablemente todas tus oraciones.

Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro (He 4.14-16).

Tu enemigo, el diablo, tratará por todos los medios de apartarte de esta Verdad: que tú eres un(a) Hijo(a) amado(a) de Dios y que Él no dejará de cumplirte Su Palabra. Satanás tratará de producir duda e incredulidad en tu mente y corazón hacia la Palabra de Dios para que, olvidando quien tú ya eres, seas desanimado(a) y tentado(a) a desobedecer.

Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír; y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos (Zac 7.11-12).

La buena noticia es que lo anterior NO ES tu caso, pues Jesús ha vencido al mundo por ti  y te ha traspasado Su Victoria.

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33)

Recuerda siempre que la victoria que vence al mundo es tu fe. Esto es, creyéndole a Dios creyendo Su Palabra.

Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe (1 Jn 5.4).

Y la fe viene por el oír la Palabra de Dios. Esto es, la fe viene por creerle a Dios, creyendo a Su Palabra, sabiendo que tú eres el (la) amado(a) y especial tesoro de tu Padre celestial.

Así que, no permitas que ningún problema o circunstancia adversa te haga dudar del Amor de tu Padre. No permitas que la duda, y el temor que ésta produce, te roben tu identidad como Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.

Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo,  sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar:  "¡Abba!  ¡Padre!" (Ro 8.15 NVI).

No lo dudes más, de acuerdo a las enseñanzas de Jesucristo; de acuerdo al Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús y a todo el mensaje contenido en la Palabra de Dios, la Biblia (y por más que chillen los demonios, blasfemia, blasfemia), tú eres legítimamente un(a) Hijo(a) del Dios Todopoderoso.

Y daré por respuesta a mi avergonzador, Que en tu palabra he confiado (Sal 119.42).

¡Jamás serás avergonzado(a) de haber confiado y creído la Palabra de Dios!

Oremos:

Amado Padre celestial, en este momento quiero decirte cuanto te amo y cuan agradecido estoy por Tu Amor. Gracias Jesús por Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota en esa cruz por Amor a mí. Sé que he sido justificado(a) y perdonado(a) en Tu Sangre. Ahora soy legítimamente un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y este acto soberano de Tu Amor y Gracia sobre mí, me coloca a la estatura del Varón perfecto, Cristo Jesús. Ante cualquier reto que esté enfrentando el día de hoy, sé también que jamás me dejarás, pues Tú, Jesucristo, eres mi guardador y el maligno no me toca. Tú has dicho en Tu Palabra que a los que te amamos TODAS las cosas nos ayudarán a bien, así que, este día, yo, ________________ (tu nombre aquí), creo y declaro que soy sano(a),  soy libre, soy próspero(a) y soy feliz. De todo problema,  circunstancia o enfermedad estoy cien por ciento seguro(a) que salgo más que vencedor(a) pues todo lo puedo en Cristo Jesús, mi Señor y Salvador. Lo creo y lo confieso en Tu nombre Señor Jesús. Amén.

Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Agosto 22                            Jn 5.1-18  /  1 Cr 18-19  /  Zac 7

 


 
 

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